Los príncipes de Luxemburgo contraen matrimonio religioso
ABC:Guillermo y Stéphanie, príncipes de Luxemburgo,
se han dado el sí quiero en la Catedral de Nuestra Señora, en una
ceremonia religiosa oficiada por el Arzobispo Jean-Claude Hollerich, y
en la que se han congregado las casas reales reinantes y no reinantes de
todo el mundo.
La novia llegó sonriente y puntual en el extrañamente
soleado día de otoño que luce en Luxemburgo a bordo de un automóvil
Daimler DS 420 de color azul, comprado por la Familia Gran Ducal.
Stéphanie, hija de los Condes de Lannoy de Bélgica, es
princesa de Luxemburgo desde este viernes, coincidiendo con el enlace
civil con Guillermo, el heredero del Gran Ducado. La joven, de 28 años,
entró a la catedral de la mano de su hermano mayor y heredero al título de Conde de Lannoy, Jehan, y nada más llegar al altar besó a su padre.
Stéphanie ha optado por un vestido clásico de color
champán, velo de cinco metros de tul y una tiara de 260 brillantes que
pertenece a la familia de la novia y es obra de la firma Althenloh de
Bruselas. El traje, de Elie Saab,
con bordados de oro, de corte barco al frente, un gran escote en la
espalda y manga larga francesa. Según ha informado el Gran Ducado a los
centenares de periodistas acreditados al enlace de todo el mundo, para
elaborar el vestido se han empleado 3.200 horas de trabajo para los
bordados y 700 horas de costura.
Guillermo, de uniforme militar,
ha guiñado el ojo a su princesa cuando ha llegado al altar por la misma
alfombra roja que recorrieron sus padres, Enrique y María Teresa,
Grandes Duques de Luxemburgo en su enlace en 1981.
La composición que ha abierto la ceremonia, que ha durado
más de dos horas, es "Grosser Gott" de compositor Ignaz Franz. Durante
la ceremonia se han leído, entre otros textos, la carta de San Pablo a
los Corintios y el evangelio de Jesucristo según San Mateo.
El Arzobispo ha iniciado su homilía con una oración en recuerdo de la recientemente fallecida madre de la novia,
la condesa Alix della Faille de Leverghem. La imagen de Nuestra Señora
de Luxemburgo en la catedral está también decorada con un velo para
honrar a la condesa ausente y en ella se ha depositado el ramo de novia.
La ceremonia se ha oficiado en los idiomas del Gran Ducado
(francés, alemán y luxemburgués) además de en inglés y flamenco. En la
celebración televisada, los ciudadanos han podido escuchar a la princesa
en su ya bien aprendido luxemburgués.
Una de las invitadas que más se emocionaron con la
ceremonia fue Paola de Bélgica, que no pudo contener las lágrimas ante
la boda de la joven condesa belga, de una de las familias más
aristocráticas del país y a la que considera prácticamente de la
familia.
Los Príncipes de Asturias se han sentado junto a los herederos de Bélgica, Felipe y Matilde.
Los príncipes ya estaban casados
La pareja ya se dio el sí quiero civil el
jueves en un acto en el Ayuntamiento de la capital oficiado por el
alcalde, Xavier Bettel, que tuvo unas palabras de recuerdo en la
ceremonia para la recientemente fallecida madre de la novia, la condesa
Alix della Faille de Leverghem.
El novio, de 30 años,
el mayor de cinco hermanos, es el heredero del trono desde el año 2000,
coincidiendo con la coronación de su padre, el Gran Duque Enrique I de
Luxemburgo.
La novia, de 28 años,
pertenece a una de las familias aristocráticas más antiguas de Bélgica y
ha renunciado a la nacionalidad belga en el matrimonio civil celebrado
hoy mismo en el Ayuntamiento de la capital del Gran Ducado.


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