Exclusiva
Afirman que David Rivera financió campaña demócrata.
Manny Garcia y Marc Caputo
mcaputo@MiamiHerald.com
Haciendo uso de $43,000 en dinero secreto, el representante republicano David Rivera ayudó a llevar a cabo una campaña fantasma que puede haber violado leyes federales en las primarias demócratas de la semana pasada contra su enemigo político Joe García, según fuentes de campaña y documentos financieros.
Como parte del esfuerzo, un desconocido en la política llamado Justin Lamar Sternad hizo campaña en contra de García a través de una sofisticada campaña de propaganda postal que Rivera ayudó a orquestar y financiar, según contratistas de campaña.
Entre las revelaciones: los contratistas de propaganda postal recibieron su pago a menudo con sobres repletos de flamantes billetes de $100.
Rivera y Sternad negaron haber trabajado juntos en esta campaña, que terminó el 14 de agosto.
Pero Hugh Cochran, presidente de Campaign Data, reveló esta semana a The Herald que Rivera se había puesto en contacto con él en julio y le pidió que creara una lista de votantes, que acabaron siendo el blanco de los 11 envíos de propaganda postal de la campaña de Sternad.
“David me contrató para buscar la información”, afirmó Cochran, quien es un agente retirado del FBI. El le envió a Rivera una factura por $525, que según Cochran no ha sido pagada.
Cochran indicó que habló muchas veces con Rivera, creó las listas de votantes y se las envió por correo electrónico a Rapid Mail & Computer Services, en Hialeah, quienes enviaron los volantes. Cochran les envío copias al propietario y a Rivera de un email del 29 de julio, que también entregó a The Herald.
Al ser contactados por The Herald en busca de comentario, la campaña de Rivera respondió el martes por la noche por correo electrónico: “El representante Rivera nunca ha conocido al señor Sternad ni ha hablado con él, y no sabe absolutamente nada acerca de él o de su campaña”.
Pero la campaña de Rivera admitió que él pudo haber recibido un correo electrónico de Campaign Data para uso de Sternad.
“Cualquier cosa que Campaign Data haya enviado erróneamente al representante Rivera se hizo por equivocación, lo cual ha ocurrido anteriormente, y sin el conocimiento o el consentimiento del representante Rivera”, afirmó la campaña de Rivera.
Sternad y su abogado se negaron a comentar al respecto.
John Borrero, presidente de Rapid Mail, no quiso hacer comentario alguno el lunes ni el martes.
Pero a fines de la semana pasada, declaró a El Nuevo Herald que Rivera había estado directamente involucrado en la campaña de Sternad, un hecho respaldado por numerosas fuentes con conocimiento sobre la operación.
Entrevistas con fuentes de campaña, facturas, expedientes de campaña y otros documentos muestran que Rivera llamó en persona y con frecuencia a Rapid Mail con relación a la propaganda postal de Sternad. Durante una llamada, Rivera pidió a un empleado que saliera y se fijara si en el buzón de la oficina estaba un sobre que contenía el pago de un envío de propaganda de campaña, según las fuentes.
El sobre estaba repleto de efectivo: $7,800.
La semana pasada, Borrero dijo a The Herald que la campaña de Sternad había pagado en efectivo seis de los envíos de propaganda postal, los cuales costaron entre $4,000 y $6,000 cada uno. Añadió que estaba sorprendido por la cantidad de efectivo, que él recibe a veces de clientes privados, pero generalmente no de parte de campañas.
Como parte del esfuerzo, un desconocido en la política llamado Justin Lamar Sternad hizo campaña en contra de García a través de una sofisticada campaña de propaganda postal que Rivera ayudó a orquestar y financiar, según contratistas de campaña.
Entre las revelaciones: los contratistas de propaganda postal recibieron su pago a menudo con sobres repletos de flamantes billetes de $100.
Rivera y Sternad negaron haber trabajado juntos en esta campaña, que terminó el 14 de agosto.
Pero Hugh Cochran, presidente de Campaign Data, reveló esta semana a The Herald que Rivera se había puesto en contacto con él en julio y le pidió que creara una lista de votantes, que acabaron siendo el blanco de los 11 envíos de propaganda postal de la campaña de Sternad.
“David me contrató para buscar la información”, afirmó Cochran, quien es un agente retirado del FBI. El le envió a Rivera una factura por $525, que según Cochran no ha sido pagada.
Cochran indicó que habló muchas veces con Rivera, creó las listas de votantes y se las envió por correo electrónico a Rapid Mail & Computer Services, en Hialeah, quienes enviaron los volantes. Cochran les envío copias al propietario y a Rivera de un email del 29 de julio, que también entregó a The Herald.
Al ser contactados por The Herald en busca de comentario, la campaña de Rivera respondió el martes por la noche por correo electrónico: “El representante Rivera nunca ha conocido al señor Sternad ni ha hablado con él, y no sabe absolutamente nada acerca de él o de su campaña”.
Pero la campaña de Rivera admitió que él pudo haber recibido un correo electrónico de Campaign Data para uso de Sternad.
“Cualquier cosa que Campaign Data haya enviado erróneamente al representante Rivera se hizo por equivocación, lo cual ha ocurrido anteriormente, y sin el conocimiento o el consentimiento del representante Rivera”, afirmó la campaña de Rivera.
Sternad y su abogado se negaron a comentar al respecto.
John Borrero, presidente de Rapid Mail, no quiso hacer comentario alguno el lunes ni el martes.
Pero a fines de la semana pasada, declaró a El Nuevo Herald que Rivera había estado directamente involucrado en la campaña de Sternad, un hecho respaldado por numerosas fuentes con conocimiento sobre la operación.
Entrevistas con fuentes de campaña, facturas, expedientes de campaña y otros documentos muestran que Rivera llamó en persona y con frecuencia a Rapid Mail con relación a la propaganda postal de Sternad. Durante una llamada, Rivera pidió a un empleado que saliera y se fijara si en el buzón de la oficina estaba un sobre que contenía el pago de un envío de propaganda de campaña, según las fuentes.
El sobre estaba repleto de efectivo: $7,800.
La semana pasada, Borrero dijo a The Herald que la campaña de Sternad había pagado en efectivo seis de los envíos de propaganda postal, los cuales costaron entre $4,000 y $6,000 cada uno. Añadió que estaba sorprendido por la cantidad de efectivo, que él recibe a veces de clientes privados, pero generalmente no de parte de campañas.
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